miércoles, 13 de abril de 2011

Una noche de lluvia




Volver a verte, una sensación extraña. Mezcla rara de felicidad con algo de nervios. Sos otra persona, estás cambiado, pero esa sonrisa no cambia más. Ya no sos ese chico tímido que alguna vez conocí. Ganas de hablarte, de que me cuentes tus cosas, de intercambiar palabras, de un dialogo como los de antes. Pero no, te alejas. Me acerco, me evadís, intento hacer lo mismo pero me es imposible. Quiero estar un rato con vos. La lluvia cae lentamente sobre mi rostro. Te observo escabullirte entre la gente, te miro hablando con otra persona, me asomo y te alejas de nuevo. Lo dejo pasar.                                                                                                                    Entramos al bar, me invitas a una mesa, me siento a tu lado. Contas tus anécdotas, escucho atentamente. Te sirvo algo de beber, me decís lo raro que es para vos. Te miro, comemos. Intercambiamos miradas, seguimos charlando. Salimos afuera, vamos hasta la parada, esperamos para que ella suba al colectivo, nos mostras tu teléfono  nuevo.   Volvemos   al bar, nos sentamos, dialogamos un poco más. La lluvia golpea las calles de la ciudad, veo a la gente empaparse de esa agua.                            
Dejamos el bar, entre todos decidimos quedarnos en esa esquina. Hablando de la vida, anécdotas, preguntas de todo un poco. Te siento cerca pero nada más. Tus ganas de ir a esa plaza se desvanecen cuando todos se van por la lluvia que sigue cayendo. Caminamos en búsqueda de un taxi, estuvimos un largo rato.
Ese abrazo sincero que te di al despedirme, te fuiste en ese taxi y yo bajo la lluvia.                                                                                                                                                                                                                                     


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